Ataque masivo
El
enemigo estaba allí, fuertemente atrincherado y protegido por numerosas
baterías, que cubrían con su fuego todo el valle. Era preciso atravesarlo con
cargas furiosas de caballería. El Alto Estado Mayor calculó que serían precisas
cinco oleadas, cada una de ellas con cinco mil hombres. Teniendo en cuenta que
el enemigo causaría un sesenta o un setenta por ciento de bajas, era lógico
suponer que la quinta oleada llegaría a su destino. Dadas las órdenes pertinentes
se iniciaron las cargas. La batalla no se desarrolló según el cálculo previsto
y lo cierto es que para la supuesta última y definitiva oleada sólo quedaban
dos soldados. Preguntaron éstos si la carga tenían que hacerla al galope
forzosamente, como las anteriores. Vistas las circunstancias, se les dio plena
libertad para hacer lo que quisieran. Y los dos soldados, pie a tierra,
cansadamente, arrastrando de la brida a sus respectivos caballos, se lanzaron
contra el enemigo, hablando tranquilamente de sus cosas…
(Autor:
José Manuel Alonso Ibarrola)
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