Octavo B
Mi romance con la bailarina no prosperó. Ella se
paseaba todo el día por el departamento dando saltitos descalza. Yo trataba
inútilmente de agarrarla en alguno de sus vuelos, pero fracasaba estrepitosamente.
La mayor parte de los días yo no hacía más que terminar en el suelo, herido por
el golpe contra algún mueble inoportuno. Ella, por su parte, sólo se dedicaba a
su arte y exageraba cada vez más sus giros y especialmente sus largos saltos.
Pero no, no fue por despecho, sino por descuido que dejé el ventanal abierto de
par en par.
(Autor: Alejandro Bentivoglio)
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