Sherlock
Quién hubiera imaginado
que cada noche a las 12, puntual como el Big Ben, al cerrar la puerta
de su dormitorio, se quitaba el traje de hombre tranquilo, se ponía
el disfraz de Sherlock, se sumergía en la lectura de una novela
policíaca y jugaba a adivinar quién era el asesino, antes de llegar
al desenlace de la historia.
(Ana Crespo Tudela)
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