domingo, 16 de junio de 2013

   Las hormigas siguen siendo las protagonistas de nuestros microrrelatos:

Rato de espera

Hace más de un cuarto de hora que esperas en el parque por Alicia. Impaciente, enciendes otro cigarro y aguardas cinco minutos más sentado en esa banca, hasta convencerte de que no llegará. No tienes ánimo de ir a ninguna parte, así que lo mejor te parece quedarte un rato más en el parque, por lo menos hasta la una de la tarde, hora en que podrás llegar a casa cuando tu madre tenga lista la comida. Mientras tanto, observas distraído hacia un lado de la banca y adviertes sobre la tierra el laborioso trabajo de una colonia de hormigas rojas. Te encuclillas para verlas mejor, y observas sus largas y frágiles columnas avanzando en lentos movimientos hacia el hormiguero. Absorto, ves cómo varias de ellas portan sobre su diminuto cuerpo pequeñas briznas de hierba para su nido, mientras que otra hilera, con movimientos igualmente rápidos y nerviosos, corre paralela pero en dirección opuesta. En ese momento, escuchas la voz de Alicia y estás a punto de levantarte pero recuerdas el largo rato que llevas esperándola. Aparentas no haberla oído y, encuclillado aún, te dispones a observar de nueva cuenta a las hormigas cuando un fuerte empellón te hace caer de bruces sobre la tierra, tratas de incorporarte para reprocharme la broma pero el terror te inmoviliza. Frente a ti, moviendo lentamente las mandíbulas, se encuentra detenida una gigantesca hormiga roja. Los ojos negros del enorme insecto relumbran como dos espejos y en ellos, multiplicada como tu miedo, la imagen de una hormiga se refleja.

 (Autor: Fernando Ruiz Granados)

miércoles, 12 de junio de 2013

domingo, 9 de junio de 2013

   Los microrrelatos... pequeños como hormigas:

La hormiga y la tormenta

Cuando estalla la tormenta, las hormigas corren a refugiarse en sus hormigueros. A algunas hormigas, la repentina carrera les hace sonreír, a otras mascullar insultos, otras simplemente aceptan resignadas el chapuzón y las prisas. Siempre hay una que prefiere quedarse fuera -las otras la llaman desde la entrada del hormiguero, con sus voces chillonas y asustadas- y asistir al baile estremecido de las ramas, los claroscuros dramáticos del cielo y la tierra; al principio le asusta sentirse tan pequeña, pero luego se acostumbra y más tarde la hormiga siente que ante el espectáculo grandioso se diluyen las rencillas, los trasiegos diarios..., y sin esperanzas ni miedo levanta la cabeza hacia las gotas que caen enormes como planetas.

                                               (Autora: Ana Pérez Cañamares)

miércoles, 5 de junio de 2013

   Aprendamos del saber de los clásicos y apliquémonos la enseñanza:

              “No hay cosa tan fácil que no parezca dificilísima cuando se hace de mala gana.”

                                                                           (Terencio)

domingo, 2 de junio de 2013

   El microrrelato de esta semana es algo "terrorífico":

Alguien llama

        Los aldabonazos produjeron gruesos sonidos que corrieron torpemente por el castillo, chocando unos con otros, rebotando en los muros envejecidos de las galerías, golpeando las polvorientas panoplias del gran salón.
La luz de un candelabro asido por una huesuda mano descendió por la ancha escalera mientras de algún reloj salían, como murciélagos de una cueva, una a una, doce campanadas.
         Fuera, un perro-lobo ladraba con furia. En el cielo, oscuras nubes iban tapando una luna creciente de afilados colmillos. Algún rayo sajaba, de vez en cuando, el luto de la noche.
         La vieja condesa descorrió el enorme cerrojo y abrió la puerta. Un repentino viento apagó las velas del candelabro.
         Entonces sonó la voz de un joven:
        -  Señora, su pizza.
        -  Ah, menos mal - expresó aliviada la mujer ; se nos fue la luz. Esto solucionará la cena.