Es ya un tópico el reconocer que buena parte de la mejor literatura española contemporánea se ha escrito en prensa en forma de artículos de opinión. Vamos a comprobarlo. Os dejo como lectura para esta semana este ejemplo de Juan José Millás. Ya me contaréis:
La vida
Según estudios de toda
solvencia, el alto índice de fracaso escolar se debe a la falta de
conexión entre los planes de estudio y la realidad. En otras
palabras: que el principio de Arquímedes o el pretérito imperfecto
del verbo amar, por poner dos ejemplos sencillos, no tienen nada que
ver con la vida. A lo mejor ya nadie desaloja la misma cantidad de
agua que el volumen de su cuerpo al introducirse en la bañera. Ni
nadie amó a alguien en un tiempo remoto y le apetece expresarlo de
esta forma verbal: yo amaba, tú no, él etcétera. Yo amaba a
Beatriz. "Lleva cuidado, chico, que estás empleando el
pretérito imperfecto del verbo amar y eso no tiene nada que ver con
la realidad." No entiende uno a qué llaman vida, ni a qué
estudios.
Personalmente, si no
hubiera aprendido a hacer análisis sintácticos, no sabría
desmontar mis estados de ánimo y echaría la culpa de todo lo que me
pasa al portero, al jefe o al Gobierno. Quizá otras cosas no, pero
la gramática sí tiene mucho que ver con la realidad. En cierto
modo, la construye. Por otra parte, de no haber sabido en su día lo
que representaba Atenas, lo mismo me habría ido de viaje de novios a
Albacete, que, con todos los respetos, no es lo mismo. Tampoco soy
capaz de imaginar cómo sería sin haber cultivado las cuatro reglas,
pues no hace uno otra cosa a lo largo del día que sumar o restar
afectos, dividir emociones, multiplicar panes y peces. Y de no haber
aprendido a leer, tampoco habría tenido acceso a aquellas novelas
por cuyos túneles logré huir de una existencia hostil, casposa,
cutre, inhabitable: la existencia española y de las jons.
Y es que contiuamos
llamando realidad a cualquier cosa, no aprendemos. De modo que hay
días en los que se asoma uno a la ventana, o a los pactos
municipales, y le dan ganas, en efecto, de coger la mochila de su
hijo y correr al colegio, para huir de la quema. En otras palabras,
que visto lo visto quizá sería preferible que los planes de
estudios continuaran alejados de la realidad. Vida y cultura no
deberían ser cosas diferentes, pero si llegaran a serlo y hubiera
que elegir, uno preferiría quedarse con la cultura. La vida da asco,
con perdón del asco.
(Juan José
Millás)
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