domingo, 10 de mayo de 2015

   Es ya un tópico el reconocer que buena parte de la mejor literatura española contemporánea se ha escrito en prensa en forma de artículos de opinión. Vamos a comprobarlo. Os dejo como lectura para esta semana este ejemplo de Juan José Millás. Ya me contaréis:

La vida

          Según estudios de toda solvencia, el alto índice de fracaso escolar se debe a la falta de conexión entre los planes de estudio y la realidad. En otras palabras: que el principio de Arquímedes o el pretérito imperfecto del verbo amar, por poner dos ejemplos sencillos, no tienen nada que ver con la vida. A lo mejor ya nadie desaloja la misma cantidad de agua que el volumen de su cuerpo al introducirse en la bañera. Ni nadie amó a alguien en un tiempo remoto y le apetece expresarlo de esta forma verbal: yo amaba, tú no, él etcétera. Yo amaba a Beatriz. "Lleva cuidado, chico, que estás empleando el pretérito imperfecto del verbo amar y eso no tiene nada que ver con la realidad." No entiende uno a qué llaman vida, ni a qué estudios.
          Personalmente, si no hubiera aprendido a hacer análisis sintácticos, no sabría desmontar mis estados de ánimo y echaría la culpa de todo lo que me pasa al portero, al jefe o al Gobierno. Quizá otras cosas no, pero la gramática sí tiene mucho que ver con la realidad. En cierto modo, la construye. Por otra parte, de no haber sabido en su día lo que representaba Atenas, lo mismo me habría ido de viaje de novios a Albacete, que, con todos los respetos, no es lo mismo. Tampoco soy capaz de imaginar cómo sería sin haber cultivado las cuatro reglas, pues no hace uno otra cosa a lo largo del día que sumar o restar afectos, dividir emociones, multiplicar panes y peces. Y de no haber aprendido a leer, tampoco habría tenido acceso a aquellas novelas por cuyos túneles logré huir de una existencia hostil, casposa, cutre, inhabitable: la existencia española y de las jons.
          Y es que contiuamos llamando realidad a cualquier cosa, no aprendemos. De modo que hay días en los que se asoma uno a la ventana, o a los pactos municipales, y le dan ganas, en efecto, de coger la mochila de su hijo y correr al colegio, para huir de la quema. En otras palabras, que visto lo visto quizá sería preferible que los planes de estudios continuaran alejados de la realidad. Vida y cultura no deberían ser cosas diferentes, pero si llegaran a serlo y hubiera que elegir, uno preferiría quedarse con la cultura. La vida da asco, con perdón del asco.

                                                                     (Juan José Millás)

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