domingo, 16 de noviembre de 2014

   Otra microrrealidad:

Luna de miel

      Llevaban dos horas de camino y no habían dejado de discutir desde que se subieron al coche, así que, en cierto sentido, a los dos les vino bien el pinchazo: una tregua, un tiempo muerto, la excusa perfecta para no tener que compartir el mismo espacio.

      El hombre bajó a cambiar la rueda entre maldiciones; la mujer se quedó en el interior del vehículo, fumando en silencio y observando, por el espejo retrovisor, la figura acuclillada de su marido que no acertaba a poner bien el gato hidráulico.

      Entonces vio emerger, de entre los árboles, lo que parecía ser un oso pardo. Por suerte reaccionó deprisa y, después de subir las ventanillas, bajó el seguro de las puertas.

                                                                 (Raúl del Valle)

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