En esta luz de marzo,
en esta luz estremecida y pura
que un dios benevolente trajo hoy a tu ventana
y que hace avergonzarse a tu silencio;
además de su inmensa, callada compañía,
hay una lección honda que debes aprender:
no pueden tus palabras retenerla;
no pueden mejorarla.
Acata esa belleza, tan superior a ti, y déjala perderse.
Y que el silencio sea tu forma de homenaje.
(José
Cereijo)
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