domingo, 7 de abril de 2013

     Para esta semana, un microrrelato de miedo (o de micromiedo):

La ouija

            Siempre me advirtieron que no moviera la copa y jamás hice caso. Yo recorría las letras del tablero y me tronchaba cuando veía sus caras descompuestas, cuando escuchaba sus respiraciones entrecortadas, cuando sentían de pronto la caricia helada de mis manos.
           
            Una noche partí la copa y cundió el pánico. Quise decirles que había sido yo, pero ya era demasiado tarde. Sin embargo, no se quedaron en casa ni hubo que clausurar aquella habitación como hizo mamá la última vez. Se fueron como almas cargadas por el diablo y yo hasta ahora les echo de menos.

            Los nuevos inquilinos nunca juegan con el tablero, y a mí me da vergüenza mover las cosas sin que me llamen.

                                                      (Autor: Fernando Iwasaki)

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