El poema de esta semana no puede ser más alcalareño: por el autor - el magnífico poeta Enrique Baltanás -, y por el asunto - ese cruce de caminos de nuestra ciudad que todos conocen como La Cruz del Inglés, pero que pocos saben por qué se denomina así -:
La Cruz del Inglés
(John Scroop Colquitt, 27 de agosto de 1812)
Ahora el tiempo ha borrado toda huella.
El sable y la coraza, el sol y los relinchos,
el acento extranjero, el sol que abrasa,
tu juventud del todo perdida entre olivares lejos
de la dulce Inglaterra, para siempre.
El sable y la coraza, el sol y los relinchos,
el acento extranjero, el sol que abrasa,
tu juventud del todo perdida entre olivares lejos
de la dulce Inglaterra, para siempre.
Todo, todo perdido. Ni siquiera una lápida.
La cruz, la lápida, las flores, ¿cuándo
iniciaron su paso hacie el olvido?
Wellington, Bonaparte.
El nombre de los grandes llena páginas
y páginas y páginas
en la historia sagrada del dolor de los pueblos.
De ti tan solo queda, o ni siquiera,
esta anónima cruz, este lugar
al que nombró tu muerte,
donde tus huesos añadieron tierra
-un puñado muy leve-
a la tierra de España.
Donde se alzó la tumba de un soldado,
cruza aprisa hoy la vida, indiferente.
Nadie sabe tu nombre.
Pero yo lo he buscado y quiero recordarlo:
Teniente Coronel John Scroope Colquitt,
que cayó frente al puente de barcas de Triana,
con treinta y siete años, un mal día
de agosto, para no
levantarse ya más y esta olvidado
bajo asfalto y semáforos, disuelto
su barro inglés en la española tierra,
donde yo lo imagino,
lívido el rostro, rojo el uniforme,
en sus ojos abiertos el último destello
del sol hostil y la enemiga carga.
Donde se alzó la tumba de un soldado,
podrá borrar el tiempo toda huella,
pero queda una voz que en silencio nos habla
y nos dice: ¿No eres, tú también, un soldado
que aún no sabe el lugar
ni la hora del último combate?
¿no esperas, tú también, ser silencio y olvido
en medio del ruido de la vida?
(Enrique Baltanás)